El día de ayer, una ráfaga de viento de 60 km/h causó innumerables estragos en la Ciudad de México, algo bastante peculiar e inusitado en esta urbe. Me queda claro que el clima ya valió madres y que podemos esperar el fin del mundo cualquier día de la semana.
Sin embargo, no me senté a escribir una nota reportando los hechos de ayer, el verdadero motivo de esta entrada es porque -siendo fan de las situaciones apocalípticas, la histeria colectiva y el pánico absoluto- me gustaría narrar "mi verdad" de lo ocurrido por ahí de las 19:00 del 23 de Enero de 2008 (¡Feliz Año Nuevo!, por cierto).
Estaba yo arribando a mi "querida" alma mater para una nueva sesión de tres horas de unacierta maestría cuyo nombre no quiero acordar. Llegué a las afueras de las instalaciones con un amigo que pasé a recoger a su trabajo, mientras caminábamos hacia la puerta, comenzó a soplar el aire de manera agitada y levantando polvo por todos lados. Cual tormenta en el desierto, tuve que cubrir mis ojos y agachar la cabeza ante la embestida de un infinito de particulas que dificultaban mi visión, mi compañero hizo exactamente lo mismo.
Una vez dentro, notamos que la electricidad dentro del edificio estaba fallando por todas partes; pasillos, salones, oficinas y demás, parecían antros con luces estroboscópicas, sólo que no había música...únicamente voces y personas intranquilas camniando de un lado a otro tratando de refugiarse de la lluvia que comenzaba a caer sobre la zona.
Más adelante, encontramos a nuestros compañeros de grupo que, igual de desconcertados que los demás, nos decían: "Está cañón el aire!", "Dicen que todo el día ha estado así la luz.", "Ojalá no haya clases."; y toda clase de comentarios, propios y ajenos, que iban de acuerdo con el momento. Entonces sucedió...
Un apagón general tomó por sorpresa a toda la universidad, los típicos gritos de algunas mujeres no se hicieron esperar -al igual que algunos hombres queriéndose hacer los graciosos, o solamente están confundidos con su sexualidad y la oscuridad repentina los incitó a liberarse-, el bullicio aumentó y la gente comenzó a deambular sin dirección fija. Otros regresaban corriendo a la seguridad de las áreas techadas ante la lluvia y los intimidantes relámpagos que iluminaban un cielo particularmente rojizo para la hora.
Presagio de temblor o lo que fuere, la imagen celeste era en verdad de proporciones bíblicas. La lluvia no era muy fuerte pero, sí lo suficiente para amedrentar a los menos aventureros. El anuncio de suspensión de clases desató una ola de júbilo en los ahora medio iluminados pasillos y salones -la planta de energía resultó ser una inversión inteligente-, sin embargo, la mayor fuente de luz eran los incontables celulares desenfundados que, desesperadamente, trataban de comunicarse con el exterior sin éxito alguno -por alguna razón, todos teníamos señal, pero las llamadas no salían-.
Este hecho fue suficiente para que muchas(os) entraran en una silenciosa histeria al ver al mundo moderno colapsarse e implotar sin remedio. A las afueras, sirenas y luces de patrullas, ambulancias y bomberos se reflejaban en cristales y edificos aledaños. Por si esto no fuera poco, una marabunta de personas se avalanzó sobre la ínfima caseta de cobro del estacionamiento universitario en un desenfreno total por salir del campus; obviamente, esto provocó la saturación del igualmente ínfimo pasillo que da a esa área del predio.
Como fila de taquilla del metro en hora pico, los apretujones y vociferaciones no tardaron en llegar, mientras algunos otros trataban de pasar en dirección contraria. Fue ahí donde una amiga llegó y nos comentó que, afuera, estaba de locos.
-Hay árboles tirados en Donatello y Goya, no se puede pasar a ningún lado, los semáforos no sirven..."
Al mismo tiempo llegó otra compañera con aún más información:
-Estaba en Revolución en el tráfico y vi cómo un espectacular se estaba pandeando por el aire, también otras mantas y demás anuncios estaban todos rasgados, además hubo una carambola en Extremadura y Rodin, me sentí en película de Hollywood..."
Para este punto, todos empezamos a pronosticar el fin del mundo: Meteoritos, lluvias de sangre, los cuatro jinetes, personas desnudas corriendo en plena demencia...son sólo algunas de las "señales" que esperábamos.
Habiendo pasado un tiempo razonable para atrevernos a manejar por la ciudad, salimos de la escuela. Cada quien se dirigió a su auto-nave; la mía estaba en Donatello, sólo que no había árbol que bloqueara mi camino. Después de caminar casi toda la cuadra en plena oscuridad -los faros de los carros que pasaban eran mi única pseudofuente de luz-, llegué a mi carro. Me subí, arranqué y me dirigí a casa.
En efecto, mi compañera tenía razón, parecía perlícula, por todas la avenidas y calles no había más que penumbra. Los semáforos apagados, filas y filas de autos esperando poder pasar, uno que otro policía intentando dirigir el caos y las figuras de árboles deshojados y con las ramas caídas adornando las banquetas. En las ventanas de los edificios se alcanzaban a distinguir los tenues detellos de velas y linternas, o la cara de algún curioso mirando el caos desde su hogar.
Al llegar a casa, pude notar que el fenómeno también pasó por mi hogar. No había luz en la colonia, por alguna razón, había una multitud de personas afuera del OXXO cuando, este, tenía las puertas cerradas. Logré meter mi auto al garage después de quitar a un imprudente que estaba en mi lugar. Una vez en el edificio, me sentí inmerso en el mundo de Silent Hill; la única luz para guiarme provenía de mi celular y mis pasos resonaban en los pasillos de cada piso...
El mundo del hombre, al menos en la Ciudad de México, se vio interrumpido anoche por un fenómeno meteorológico. Otra vez la naturaleza nos recuerda que estamos a su merced y que no hay cómo prepararse para lo que hemos hecho con el equilibrio, ahora perdido, del clima terrestre. Dependemos de tantas cosas que el hombre ha creado que, el más mínimo contratiempo, nos manda a una histeria colectiva y al caos total; lo bueno es que somos la especie dominante...
Ya ha comenzado, sólo nos queda esperar...
"Él le teme a la oscuridad, es por eso que desgarra sus bordes con las llamas..."
- Rei Ayanami, Neon Genesis Evangelion
Thursday, January 24, 2008
Empezo el 23 de Enero...
Posted by Shaman at 12:42 PM 3 comments
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